La niña de las muñecas de barro

De los tres secuestradores que vigilaban la casa de Laurita, apostados en la esquina de la licorería del barrio, el mas cruel era sin duda el Willy, un tuerto que usaba tres anillos, uno con la calavera del muerto y un ojo de color azul y fijación estrábica, que copiaba su propia fisonomía. El Willy de contextura delgado pero fuerte, escondía el ojo que le faltaba usando gruesos lentes oscuros, como los que llevan los ciegos.

Para ir al sitio exacto donde estaban los secuestradores y ocurrieron los hechos, el rapto y posible asesinato de Laurita, que mantienen en vilo a la comunidad de este poblado petrolero, y a todo el pais, es necesario atravesar varios caseríos sepultados bajo el sol del mediodía cuyos nombres, Mene, Puerto Escondido, La Rita, se encuentran orillados a la carretera que bordea los manglares del lago de Maracaibo.

Roberto recordó que debía conducir con cuidado. La Rita pertenecía a una banda dedicada a la extorsión y el secuestro, que hacía impenetrable la acción de la policía. El Mene y Puerto Escondido pertenecían a bandas de desertores de la Farc y el ELN, que deambulaban entre las casas abandonadas escondiendo los cargamentos de droga.

De trecho en trecho tropezaba con montículos de asfalto colocados en la via -que los pobladores llaman “policías acostados” -con el fin de detener los autos y atracarlos. O simplemente eran policías que apostaban parapetos en la carretera, para cometer sus fechorías.

-Chavez Vive -Dijo el policía introduciendo la cabeza en la ventana del auto de Roberto y mirando el piso del auto.

- La Revolution sigue - Dijo Roberto recordando que si no contestaba el santo seña le harían más preguntas y hasta podrían ponerlo preso.

https://youtu.be/3YNGqsSJSNQ